Noticias del Territorio K



NOTICIAS DEL TERRITORIO K

Entrevista con Vanessa Rivero

DIC 15
por: Christian Núñez
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Más que una exposición, la Galería Manolo Rivero / FrontGround exhibió recientemente un paisaje familiar, una reflexión sobre la violencia y una inquietante metáfora de nuestro entorno.TERRITORIO K, de Vanessa Rivero, tiene esas connotaciones y otras múltiples lecturas. Podríamos mencionar un fragmento de Masa y poder, de Elias Canetti, en el que explica que «la serie de metamorfosis que ligan al hombre con los animales que se come es fuerte como una cadena. Sin metamorfosearse en animales nunca habría aprendido a comérselos.» Podríamos recordar Desquite, el onírico relato de José Saramago en el que un adolescente cruza el río a nado para llegar a una casa en cuyo patio mirará el sacrificio de un cerdo. «Kekén es cerdo en maya –dice Vanessa. TERRITORIO K es territorio del cerdo, en todos los sentidos que quieras. La casa, el cerdo y el paisaje que se llena de moho, son tres símbolos muy ambivalentes, que se mueven entre lo positivo y negativo, la vida y la muerte, el amor y la violencia.»


Las tres salas de la galería procuran una atmósfera rural, cercana y polvorienta como los recuerdos de la primera infancia. También podríamos mencionar en este punto a Michel Haneke y su cinta El listón blanco, con su excelente análisis del autoritarismo en un pueblito alemán de preguerra, donde la violencia está en el aire. Un pueblo ficticio en apariencia, inocente y patológico. En TERRITORIO K, la carga semántica apunta a varias interpretaciones, desde el discurso del cuerpo a la sociología del poder, el análisis de la violencia intrafamiliar y el comportamiento moral del sujeto. Vanessa Rivero cuestiona al espectador y le formula una serie de preguntas invisibles, que están ahí, esperando una respuesta razonable. Más o menos como los niños que interrogan a sus padres o los adultos que le preguntan a Dios si deben sacrificar al primogénito. En ese orden de ideas, también ella nos responde algunas incógnitas.


Vanessa Rivero (Mérida, Yucatán, 1976) es artista plástica y visual. Coordinadora de la galería Manolo Rivero, co-fundadora y coordinadora de FrontGround y profesora en la Escuela Superior de Artes de Yucatán / ESAY. Ha desarrollado proyectos multidisciplinarios que incluyen dibujo, pintura, escultura e instalación. Su obra se ha exhibido en México, Estados Unidos, España, Taiwán, Belice, Costa Rica, San Salvador y República Dominicana.


Christian Núñez (CN): Vanessa, tú ya habías trabajado con el tema de los cerdos en piezas anteriores, como Anuario, presentada en el Museo de la Ciudad de Mérida.
Vanessa Rivero (VR): Sí, también en otras piezas presentadas en landings y en Él regresó. Las del Museo de la Ciudad podrían ser las maquetas de estas últimas, con las cuales desarrollé más a fondo mis ideas y se convirtieron en parte de un paisaje completo. Ahora todo puede ir cambiando, aumentando. TERRITORIO K lo planteo como un work in progress, como un proceso de investigación y experimentación más que como piezas acabadas.


CN: ¿Cuánto tiempo te llevó desarrollar el proyecto?
VR: Un año, y hay muchas más piezas de las que están aquí. El dibujo de la entrada por ejemplo partió de un montón de dibujos que en algún otro momento puedo presentar o no, pero que son parte de la misma investigación.


CN: ¿Hubo diferencia entre la planeación del montaje y los espacios reales de la galería al momento de instalar las obras?
VR: Sí, los objetos en el espacio de la galería se transforman. Cosas que pensé que iban a quedar muy bien ya no funcionaban como quería, otras quedaron justo como las imaginé. En este caso surgió un evento azaroso increíble y tuve que aprovecharlo, me refiero a la aparición del comején en una de las ramas, que empezaron a hacer unos “dibujos” que se comunicaban a la perfección con toda la exposición, un accidente súper afortunado. Ésta es la parte que se me hace más divertida del trabajo.


CN: ¿Y la curaduría la resolviste sola o con asesoría de alguien más?
VR: De formas muy distintas han estado cerca de la realización del proyecto Saúl Villa, Gerda Gruber y Omar Said. Se vuelve mucho más interesante hacer un proyecto cuando puedes dialogar y trabajar con tus amigos.


CN: Veo que tu actitud es bastante neutral respecto a la transmisión del mensaje. Pones la pieza, construyes un símbolo, y la gente aporta sus historias personales. Es curioso, porque hay artistas que controlan incluso eso, las interpretaciones derivadas.
VR: No, al contrario, las múltiples posibilidades de interpretación es precisamente la parte que más me interesa. Los símbolos que estoy utilizando son muy nuestros, debe ser fácil relacionarnos con ellos. El cerdo es parte básica de nuestra alimentación, el moho y el comején es algo con lo que luchamos todos, la cera con la que están hechas las casas es de nuestro Estado.

Además traté de utilizar los materiales del modo más crudo posible. Con las casas de cera por ejemplo hice un molde y las exhibo tal cual, sin detallarlas demasiado. Lo que me interesa es tratar de acercarme lo más posible a la realidad. El barro que tiene pasto encima es barro crudo con semillas y los cerdos están hechos de barro cocido y pintados con tierra. El dibujo es carbón.

Pero claro que también me interesa mucho ver cómo funcionaría la exposición en otro lugar, donde las referencias y, por lo tanto, las interpretaciones sean otras.


CN: Sí, el cerdo tiene una dimensión social bastante fuerte en Yucatán. Enseguida captas el sentido.
VR: Totalmente. Yo lo que quería proponer eran símbolos, signos con un consenso social bastante fuerte. Y en los cerdos hay dos opciones muy básicas: la ternura total o el abuso de poder. El juego ambivalente era muy importante, así como la idea de que nuestro cuerpo se va transformando según nuestra memoria inventada y el tratamiento de la violencia, no necesariamente explícita, sino introducida en la educación, en las relaciones. Todo eso está permeado de mucha violencia. Lo que para ti es un acto de amor para otro es un acto súper violento y/o viceversa. Y entonces –quizá porque ahora estoy tratando de educar a una niña– te empiezas a preguntar cómo te educaron, empiezas a poner todo en otra perspectiva y a entender muchas cosas más. Por eso el símbolo de la casa, pienso que es ahí el lugar donde comienza toda nuestra “forma” física y mental, tanto genética como social y culturalmente. Es un espacio que puede ser súper dulce o súper violento.


CN: ¿Detectas violencia en el entorno yucateco?
VR: Sí, totalmente. Yo creo que en Yucatán no nos llega la violencia como en el resto del país (todavía), pero hay una violencia intrafamiliar muy fuerte. No está en las calles, pero está dentro de las familias. Y esta exposición en gran parte trata de eso. Trabajé en un refugio con niñas violentadas, Casa Crisal, y la mayoría, si no es que todas, fueron víctimas de miembros de su propia familia. Pienso que Yucatán es un estado súper violento en este sentido. La violencia contra las niñas es tremendamente asquerosa.


CN: ¿Qué nos dices del vídeo que acompaña la exposición?
VR: Se trata de un paisaje rural del Estado, una secuencia que inicia desde la madrugada hasta la noche y dura una hora y 7 minutos. El video en alta definición es parte de la instalación de un cerdo acostado en una cama y a la vez funciona como paisaje, como un sueño. Además –algo muy importante–, el espectador lo puede intervenir cruzando de una sala a otra. Esto nos hace pensar que somos seres sociales y aún en esos espacios íntimos o ideales, nunca estás viviendo solo, siempre hay alguien que pueda atravesar e interrumpir tu sueño bueno o malo.


CN: ¿Y tus referencias visuales?
VR: Alguna vez habíamos platicado de eso y me quedé mucho tiempo pensando porque no tengo muchos nombres concretos. Y es que sigo pensando lo mismo: que si te fijas demasiado en el trabajo de un solo artista, empiezas a repetir imágenes, y no me interesa para nada. Intento no concentrarme tanto en las piezas individualmente sino en entender lo que están haciendo los artistas, porqué lo están haciendo, y cómo se relaciona con su contexto y su época histórica.

Pero definitivamente hay artistas que me interesan y/o me gustan mucho, como Kabakov y su Instalación Total, Beuys y su método de hacer arte, los dibujos y las instalaciones de Kiki Smith, la obra de Teresa Margolles, los performances de Marina Abramovic, las esculturas y uso de los materiales de Wolfgang Laib, Smithson y los sites / no-sites, Joseph Kosuth y su trabajo con el lenguaje tanto como su teoría del arte, el concepto de dibujo de artistas como Bruce Nauman y González Casanova, las instalaciones y objetos de Cildo Meireles. Son muchos los artistas que me fascinan por una u otra razón.

También George Orwell y su novela Rebelión en la granja –que leí después de hacer los cerdos preliminares a TERRITORIO K– fue muy importante. Definitivamente las imágenes y situaciones que describe fueron una fuente primordial.






Fotos: FrontGround
Artículo publicado en la Revista ORIGAMA, Arte y Cultura Contemporánea, Ed. Diciembre 2011 / Enero 2012. Grupo Editorial Multimedios S.A. de C.V